jueves, 4 de diciembre de 2014

Reflexiones al vuelo



El León no es como lo pintan, ni como lo pintaron o pintarán. Parece ser que el León sólo es.




 Encontré la siguiente opinión problemática, en alguno de los muros de una ciudad entreverada:

Sócrates el gran pensador fue acusado de no honrar a los dioses que se honraban en la ciudad y por lo tanto de corromper a la juventud, fue condenado a muerte por mayoría de votos en la democracia restaurada. La democracia (Prabhupada la llama Demoncrazy) fue en su ignorancia la culpable del asesinato de uno de los hombres mas sabios de este planeta... la Democracia solo es ideal en un mundo ideal donde todos los hombres son sabios y sus decisiones son sabias, en un mundo donde la mayoría es ignorante también la democracia acabará por destruirnos. Sería preferible la tiranía de un sabio a la democracia de una masa ignorante. ¿que opinan?
Me quedé pensando, y con respecto a Sócrates y las razones que lo llevaron al patíbulo te puedo decir lo siguiente. Yo abrí la reflexión indicando que los dioses de la mayoría habrían querido silenciar a los dioses que abrigaban al sabio. En tu pregunta tu haces el contraste entre los hombres sabios y los hombres ignorantes, la ignorancia de los ciudadanos griegos que no supieron ver la valía de las observaciones de Sócrates, fue la asesina. Esta distinción no es menor dentro del planteamiento de Sócrates.
Ahondaré un poco en la visión de Sócrates. Durante ese diálogo que se da mientras el sabio esperaba la hora de su muerte él declara que no tiene miedo, que él como filósofo se había preparado para la muerte, que ese era en realidad el trabajo de la filosofía. Fue con sus interlocutores que él comienza por separar lo que era el cuerpo del alma y con ello la posibilidad de entrar a los infiernos. Los infiernos no se comprenden con la idea de cielo que ahora tenemos, son, más bien, aquellos lugares a los que acceden los hombres sabios, las almas de los hombres sabios. ¿Cómo podría temerle a la muerte si pronto estaría conversando y aprendiendo con los grandes de otros tiempos? ¿Cómo podría estar asustado si esta era la manera de entrar al conocimiento?
Veo la distinción entre los sabios y los ignorantes. Los sabios tendrían la vocación de contemplar la realidad y el logos del universo, podrían estarse acercando al conocimiento; mientras los hombres ignorantes preferirían gastar su tiempo en pasatiempos pasionales. Los sabios estarían por liberarse de las necesidades corporales y los ignorantes por gozarlas, por quedar sujetos a los deseos mundanos. La muerte no puede causar miedo cuando supone abrirse a la libertad y a la pureza necesaria para acceder al conocimiento, para el ignorante es saltar a un vacío y por eso se aferran a la vida, a su cuerpo.
Sucede que en las polís griegas la población no se dividía en hombres sabios y hombres ignorantes, de hecho tenían una sociedad con complejas estratificaciones que tienen repercusiones en la organización del poder político de las polís. Es importante tener claro quiénes eran los que podían acceder al conocimiento dentro de estas sociedad, quiénes tenían la posibilidad de dedicarse a la contemplación. Los hombres ignorantes no siempre tuvieron la posibilidad de decidir el tipo de actividad a la que se dedicarían. Coincido la democracia sólo es posible en una sociedad ideal.
Ahora, yo pregunté ¿el conocimiento es de corte divino o es producto de la experiencia de los hombres? A Sócrates lo mandaron al patíbulo por rendir culto a dioses distintos a los del común y por corromper a la juventud. Una juventud que se corrompía al interesarse en los nuevos dioses, en el conocimiento que les mostraba Sócrates. Se podría decir, como quise hacerlo yo, que los dioses de la mayoría del demos podrían estar conjurando contra los dioses de Sócrates, como si lo de menos fuera Sócrates y lo importante aquello que hacía Sócrates. La procuración de una verdad diferente es un acto que debe ser castigado y silenciado. Son unos dioses muy poderosos que habrían utilizado como herramienta a toda la corte que juzgo culpable a Sócrates. Es una idea que no se contrapondría con el planteamiento de Sócrates quién ve en los infiernos la posibilidad de concordar con los sabios de otros tiempos, la fuente del conocimiento mismo.
No obstante, viendo bien este argumento cae en una trampa que antes no ví, suponer que los dioses se pelean, que las verdades son celosas entre sí, era dar por sentado que la vida de estos dioses depende de la narrativa de los hombres y adquirían su politización en el hacer de los humanos. No es algo que yo no crea que sucede, pero sí me parece que no era el argumento adecuado para la reflexión que propuse. Si los dioses actuaban de la mano de los hombres tendría como sustento el que el conocimiento es producto del hacer humano. Aún se así, se rescata la idea de que la divinidad es un espacio ocupado por diferentes deidades que a veces se contradicen, pero esto último trataré de verlo al final.
En todo caso, mi ejemplo habría tenido que acercarse a la descripción de lo que Sócrates pensaba sobre la muerte, el desprendimiento del alma y la posibilidad de trascendencia, esta última, como una forma en que la persona se entrega al conocimiento. A la sabiduría como la guía espiritual que los dioses podrían verter sobre los gobernantes. Entonces de esa manera se contrapondría con el tipo de conocimiento que se construye en la sociedad, que fue la segunda parte de mi planteamiento, en la posibilidad que esta tendría de organizarse en torno a sus problemas y crear, entonces, los recursos necesarios para sostener a sus sabios, gobernantes, intelectuales, sacerdotes, en fin, aquellos que pueden acceder al conocimiento divino.
Así que bueno, la pregunta queda abierta ¿el conocimiento es de corte divino o son producto de la experiencia de los humanos?. Yo, más adelante, hablé de la necesidad de vincular el lado espiritual con aquel saber de carácter práctico. Es una reflexión que puede derivar en la importancia del cuerpo en la existencia de la conciencia, pero también, en el sustento social que debe existir para que cada sociedad logre establecer sus códigos de conocimiento. Es obvio que el conocimiento no sólo es científico y, por el contrario, el conocimiento científico se puede mirar como una forma más de sistematizar el pensamiento, pero no el único.
Fue una participación bajo el recuerdo del debate entre Marx y los hegelianos. Si, es verdad, pero si poniendo atención existe mi aceptación clara de la existencia del espíritu como aquella fuerza que permite darle sentido al hacer de los humanos. Y la contribución a la idea era observar cómo es que la manera en que la humanidad se representa la realidad, con sus mandatos divinos y sus expresiones éticas, dependen en gran medida de la manera en que se organiza la sociedad en torno al trabajo y sustento de la población.
Sin duda, el planteamiento tiene una vuelta, es decir, que la manera en que se organiza la sociedad también exige determinado tipo de características de las representaciones divinas. El espíritu como autonocimiento de la sociedad sólo es posible, en términos de creíbles, en determinadas condiciones sociales. Lo reconozco, de fondo venía argumentando a favor de que el conocimiento es producto del hacer humano, y no como un producto de corte espíritual o divino.
Ahora, mi visión sobre el espíritu, o eso a lo que también he llamado como el lado divino no tiene voluntad, no tiene orden, ni tampoco da deidades que enseñen nada. Creo que los hombres requieren de ese aprendizaje espiritual, que no es otro que aprender a sentir más allá de lo que las palabras permiten, es decir, poder observar todas las expresiones de la vida y la muerte, el paso del tiempo y cursar del devenir.
Hegel tiene una idea extrañísima acerca del espíritu y de cómo es que encarna en los seres humanos, bueno, no es extraña, habla acerca de cómo una persona, ciertamente, toma sus decisiones pero si éste opta por orientar sus acciones de acuerdo al conocimiento está ascendiendo en los niveles espirituales. La cúspide sería llegar al espíritu absoluto que es el autonocimiento pleno, se podría entender como un acto de autoeducación y bajo una decisión plenamente ética. Hegel se reconoce como protestante.
Sin embargo, los individuos no son los únicos que pueden acceder a ese espíritu absoluto, sino que todo un pueblo en tanto que sabe de sí mismo, se sabe el mismo, se explica desde adentro hacia fuera y actúa desde sí mismo, puede llegar a este estado pleno. Los pueblos también pueden ser catalogados como sabios e ignorantes. La espiritualidad del individuo estaría sujeta por el espíritu del Volk el pueblo, en la medida en que el individuo orienta sus acciones de acuerdo a la espiritualidad del pueblo estará acercándose a los hombres sabios.
Hasta donde voy, es decir, como yo lo veo, entendería que el espíritu es algo más que lo que el Volk sugiere, más bien, porque el Volk sigue siendo una interpretación de ese espíritu único, que no es sabio o ignorante, que sólo es y se expresa de acuerdo a las situaciones. Por decirlo de manera ramplona, el espíritu se manifestará de una forma en el hacer de un cocodrilo, de otra en el hacer de un caballero de Inglaterra y el hacer de un esquimal en pleno siglo XX. El espíritu estaría bajo el influjo del devenir del tiempo al igual que la materia en la que se expresa.
Eufemio Franco Pimentel

domingo, 29 de junio de 2014

De ojos y miradas


 


Los ojos de los muertos son grises. Los de los recién nacidos lechosos. ¿Será que ven lo mismo? ¿qué la luz enceguece? ¿qué de mucha luz los ojos se aclaran? ¿qué de mucha luz los ojos mueren? ¿acaso no es triste saber el nombre de las sombras que se mueven a tu espalda? ¿acaso no es triste saber que no vas a más a mirar las flores nunca más?




Se esperaría que el viento pudiese tomar y resguardar el significado de la libertad. Que las hojas al caer prometieran amor eterno y que los besos se quedaran en otros labios. Lo cierto es que yo veía pasar las corriente de aire en un pueblo que fincaba su libertad en la tierra, que las hojas en el suelo sólo prometían estar ahí hasta desintegrarse y los otros labios fueron expulsados del paraíso sin promesas vanas.




La libertad no sólo se siembra junto con  las semillas de maíz y trigo, no es simplemente preparar la tierra para la época de lluvias, sino que también requiere de surcar el cielo con una mirada de desconfianza y derribar toda posibilidad divina de entender el deseo. Estar en casa supone un respiro, caminar sobre tu tierra te enlaza a tus raíces, besar los árboles es un beso a tus muertos.




Siempre es triste ver cómo el oro termina siendo metal, cualquier otra cosa. Las verdades en palabras, como hojarasca que se las lleva el viento. Siempre es complicado entender que la juventud se va, que la vida se extingue y las promesas olvidadas quedan como experiencias que nos hacen sabernos. Que difícil es conocer al ser humano, conocerse a sí mismo.




Debe ser que he envejecido porque cuando viajo al pasado lo hago paso a paso y conteniendo la respiración. Porque cada vez me cuesta más trabajo distinguir entre el aquí y el antes. Porque hace mucho dejé de sentir el vértigo que produce la línea ilusoria que divide el ahora y el abismo.






Pienso, desde este lado de la muerte, que es difícil hacer arte, encontrar tu identidad en el mundo, si no tienes capacidad para cuestionar a la humanidad, para hablar con los fantasmas, tus fantasmas. ¿Cómo se puede saber que se está vivo si antes no dudas de tus verdades? ¿Qué es lo que vieron tus muertos? ¿Cómo se puede expresar la belleza del mundo si antes no te has quitado los velos de las verdades humanas? ¿Cómo puedes decir arte si antes no has vivido? ¿A quién le interesa el arte si éste no dice nada, es decir, si tus raíces no hablan?



Sí, lo pensamos, justo después de tomarnos de las manos, de nuestros cuerpos, de besarnos completas. La revolución no podía ser por fuera de un acto vandálico de amor. Los actos creativos son, en realidad, un acto de amor y este mundo necesita amantes valientes. Amor al mundo, amor al hombre.



No fue complicado darse cuenta de que este es un mundo difícil del cuál hay que reírse. Nunca el color rosa estuvo tan deslavado como cuando vistió tu falsa bondad y tu sentimentalismo estéril. A veces el placer mata, en otras, cuando es tuyo, reconforta. Este es un mundo que golpea y golpea casi hasta el final, aprieta pero no asfixia, te mantiene vivo, goza con el sudor de tu frente, con la mueca del dolor entre tus dientes.




           Recuerdo que en esa ocasión, de alguna manera, ya estábamos cansadas de la muerte, la sangre y el miedo que hinca su poder en el recuerdo de los límites de la vida, cansadas de laviolencia. El asunto era consolidar un acto terrorista fuera de lo común en donde se primara la vida antes que la muerte. Decidimos desvestirnos y tomar nuestras guitarras. Se trataba de exacerbar los pulsos vitales, los bajos instintos que irrumpen el orden, movilizar a la gente incentivando su grandilocuencia “por eso yo te estoy mirando, para que creas en ti por favor”.





Decidimos hacer la libertad, no sólo invitando a sentir a los vivos y explotar el presente. El cachondeo y el uso del cuerpo en búsqueda de placeres que nada tienen que ver con el consumo de la vida. También, esta libertad nueva requería romper con los parámetros del tiempo, abrir las alas nada tenía que ver con el vuelo a través del espacio, ni siquiera un burdo ejercicio de introspección y hallazgo de las verdades interiores. Abrir las alas tenía que ver con romper con el aquí y ahora para incorporar la memoria y los sueños como parte sustancial del ahora. Decidimos hacer el amor.

Junio 2014

miércoles, 25 de junio de 2014

Café por la mañana

En el centro de la tierra, mis piés. En el centro del corazón, mis ojos.

Dirán que el corazón sana cuando las imágenes se desvanecen.

Que las calles del centro son lindas cuando están solas y las hojas de los árboles vuelan, amarillas, entre el viento del otoño.

Estarán por indicar que uno está superado cuando el murmullo de la gente interrumpe el silencio del recuerdo.

Cuando el sol pinta el andar de las sombras alargadas y las desvanece hasta pintar el crepúsculo y luego la noche.

Dirán, que el futuro se anuncia a través del aroma de una tasa de café.

Yo, por mi parte, he olvidado “esperar”, es decir, me quedé esperando, incluso, después de que ya no sabía qué era lo que esperaba o qué esperar. Yo sólo estaba esperando.

Encontré palomas en dónde antes dejé migajas de pan, esas que puse para que le señalaran el camino de regreso; también estaban ahí, las plantas que alguien sembró en mi jardín.

Pero las hojas de los árboles terminan por caer, las sombras por desvanecerse, el brillo de sus ojos se opacan mientras su rostro desaparece.

Se dirá que habrá verdades que aprendes y te marcan.

Cuando las hojas yacen en el suelo la vida les pasa por un lado, nunca más por adentro. Son las sombras esqueléticas de algo que vivió, que fue verdad.

Los fantasmas hablan en tanto que siguen teniendo algo que decir, verdades que no se dejan aprehender fácilmente, que tensan los intestinos y provocan extrañamientos.

Pero ya todo eso se ve como un accidente de esos que pasan, como la caída de un meteorito o el nacimiento de un volcán, como algo que pasó y ya. Las sombras se desvanecen mientras tomo café por la mañana.

El futuro se anuncia a través del aroma del café. El matiz frío de la objetividad y una subjetividad que tiene miedo de volar. A veces se ve tan hueco como ese pasado que se diluyó, a veces, con un poco más de brillo que el presente en que se vive.


Eufemio Franco Pimentel


Junio 2014

miércoles, 26 de marzo de 2014

Alegorías sobre la libertad


¿Eres capaz de juzgarte con el peso de tu propia mirada?


A lo lejos se miran las barcas en el remanso de la orilla del río. Soltarlas sería dejarlas a la voluntad de los rápidos que se forman corriente abajo. Y es que la libertad no significa que uno esté parado en el abismo, sin atadura, sin objetivos en el andar. La cobardía de algunos hombres estriba en abandonarse a sí mismos para no hacer frente a los deseos y sueños de su vida.

      Hay días, un poco más adentrados en la primavera, en los que llueve. Hay tardes en que el asfalto se humedece, y el sol se filtra coloreando amarillo-rojo el ambiente. Crepúsculos morados. La libertad, en términos generales, sirve para enunciar a las personas que son responsables de sus actos y que, por ende, pueden tomar sus decisiones.

      El anciano contemplaba serenamente, su voz rompió el silencio con la fuerza de todos los tiempos –¿Eres capaz de fijarte por ti mismo de tu bien y tu mal y suspender sobre ti la ley de tu propia voluntad? ¿Eres capaz de ser tu propio juez y el guardián de tu propia ley?*- concluyó con una sonrisa llena de arrugas.

     Caen las hojas de los árboles haciendo piruetas mientras se deslizan por el aire hasta caer en el remanso de agua. Se dibujan las ondas concéntricas mostrando una virtud aparentemente contradictoria, la libertad no es sin ataduras, sólo es posible cuando una aclara y respeta su punto de partida.
 Efrapi
Marzo 2014
 
*Ver Friederich Nietzche, 2001

sábado, 15 de febrero de 2014

Vida, amor, nosotros

¿Qué es amor? ¿qué es eso de aprender a amar?

A veces con un par, en una cama, basta para construir la intimidad más profunda de una vida.
A veces las palabras narran historias contadas por coros de dos, tres o más voces.
A veces un intercambio de miradas a través de la sala.
Pero resulta, también, que de vez en vez se nos olvida reparar en lo más pequeño
¿Qué es el amor? ¿Qué es eso de aprender a amar?

La vida de por sí ya es un orgasmo, una explosión de sentimientos,
La primera bocanada de aire, el miedo ante al abismo.
El seno que te alimenta, los brazos que sostienen,
La voluntad de pararse en el mundo y reconocerse como parte de él.

Amor, es el recuerdo de la sangre que dio cuerpo a un grupo,
La pertenencia a una vida que sólo es cuando estamos juntos.
Nuestro cuerpo y un sentimiento que nos desborda,
Las palabras y los pasos que las sostienen, nuestros besos.
Un nosotros que se cuenta con el peso de los siglos, de los meses o de los días.
Una nación que se reconoce como pueblo y se hermana en las catástrofes,
Frente al enemigo, en el dolor, en su recuerdo. 

Efrapi

viernes, 24 de enero de 2014

Reflexiones sobre la vida en un día pálido de esperanza




De los muertos el cielo, de los vivos la memoria y la tierra.

I 

No está mal andarse por las ramas cuando se quieres saber sobre el fundamento último de los árboles; tampoco el hablar sobre el blanco para constatar el color de tus ojos, no está mal hablar de la muerte cuando se trata de saber sobre el devenir de la vida y la improbable, pero no imposible, existencia de dios. De los muertos el cielo, de los vivos la memoria y la tierra.

II

Queridos hombres vivos, amantes de la vida. Pongan atención a la luminiscencia resplandeciente que pinta el contorno de la sierra ¿reconocen el olor a pólvora? Son los emisarios de la muerte, los que ven la vida como un continuo de la muerte, los que apresuran a abrir las puertas del cielo, la metralla incandescente.

No, amigos, no es un Estado fallido, es la verdadera transición en vistas del neoliberalismo, son las manos que apuntan las armas al pasado. Para ellos la vida no importa, lo que les interesa es la tierra sin memoria. Hoy los autodefensa, después las policías comunitarias, y toda organización de probada autonomía.

III

Todo cabe en un plan Nacional en donde el Estado saca los dientes para defender el olvido de sus responsabilidades sociales, de las victorias laborales de los obreros; las garras venenosas contra las fuerzas insurgentes, contra la memoria del pueblo.

La guerra no es una novedad y se riega como un bote de tinta sobre la hoja de escribir. Las normas jurídicas y los sistemas de partido afilan y mantienen vigentes las armas. Lo que los abogados de la muerte llaman carta magna se ha convertido en esa delgada navaja que corta cabezas y defiende los intereses de los asesinos. Ese es el llamado de paz que legitima el robo y el crimen de cuello blanco y manos ensangrentadas. Es la paz que engorda al capitalismo y atenta contra la vida.

Así en el confort de las curules las palabras y las amenazas surcan el aire peleándose los recursos de la nación. Los representantes de las diferentes cámaras se apresuran a consolidar la transición democrática. Esa democracia que cubre las entradas de los parlamentos con balas oficiales y silencia las opiniones en número de votos. Ellos siguen pensando que el botín les pertenece.

Es una paz democrática que se sabe frágil y que avanza hacia las trincheras. Los gusanos del cielo, los emisarios de la muerte y los toletes caminan señalando a los anarquistas, a los profesores violentos del Zócalo y a toda disidencia que se atreva a denunciarlos. Caminan por las carreteras y pueblos propagando el miedo y la desconfianza. Se preparan tiempos convulsos, vienen por los recursos naturales.

IV

Una guerra gélida, casi congelada bajo la apariencia de una estructura estatal que está sucumbiendo al calentamiento global. Los tímpanos de hielo se derriten mostrando que la paz esconde al interior los cuerpos momificados de quienes han tomado por oficio el libre discurrir con el esfuerzo de los demás. Así se vienen planteando las famosas reformas estructurales, poniendo a modo las leyes del trabajo, de hacienda, y energéticas y todo eso que supone el sustento de la soberanía. Sólo les importa el dinero y el poder.

Pero ellos saben que ese es el calentamiento global, ellos entienden que el hielo retrocede frente al calor de la vida y preparan las condiciones para que la tierra arda en fuego. Son soldados autómatas anestesiados y desinfectados de cualquier sentimiento que pudiesen adquirir de las voces del pueblo, los ecos de la memoria. Son las armas que se han destinado para controlar cualquier tipo de manifestación social, para defender lo que los gusanos han logrado robar con el paso del tiempo, un ley que defienden a los asesinos.

V

¿Ustedes, hombres y mujeres, amantes de la vida, creen que las tanquetas en las calles saben de la miseria, el hambre y el dolor? Lo saben y por eso actúan con tanta saña. La guerra, o la tinta del bote, no sólo se queda en los limites del papel legal. Quién tiene la carta magna en la mano y los recursos del Estado, también gozan de una eficiente creatividad, gustan de la creación de escenarios fértiles a sus intereses. Que oportuna queda la aparición del crimen organizado y la guerra contra el narcotráfico, esa guerra que a decir de los funcionarios, es una guerra que “parece que no, pero la vamos ganando”.

Es la maquina asesina, recuerda el sacerdote de Apatzingan, una tenaza bélica que usa al crimen organizado y lo enfrenta al verde olivo. Es la tenaza asesina que comprime al pueblo en un “daño colateral”. Todo está listo para reforzar una “policía rural” que se enfrente a la policía comunitaria en Guerrero, el ejército está en las calles afilando las bayonetas esperando marchar contra las resistencias autónomas y libres. Es la tierra sin memoria lo que ellos quieren, los recursos naturales sin vida, sin oponentes.

Corre el caballo a la derecha y desde ahí escupe fuego. Se izan las banderas de paz y el discurso de dialogo mientras que con las espuelas los jinetes derrumban toda garantía de justicia. Por ahí se especula que los de en medio podrían obedecer a un hartazgo legítimo frente a una situación procurada por el Naranjo colombiano de los Pinos mexicanos. También se describe la mano asesina que prepara el caldo de cultivo para la proliferación de grupos paramilitares que justifique la sangre en las coladeras.

VI

Amigos míos, amantes de la vida, el amor a la tierra forzosamente lleva implícita la vigencia de la memoria. Los cuerpos de nuestro hombres, de aquellos que enunciaron por primera vez nuestra palabra, esa misma que defendemos, están en nuestras tierras. La tierra y la vida hacen germinar los recuerdos y la dignidad en plantas de maíz, frijol y avena. No estoy seguro de nuestro origen, todos tenemos uno distinto. Todos, al final somos de la tierra. La vida y la memoria germinan cuando la gente trabaja. Estando juntos compartimos las experiencias, nuestra vida.

El trabajo brinda a la vida los insumos de la libertad y la autonomía. La independencia y la soberanía quedan diluidas en discursos fríos en dónde lo que importa es el dinero y las formulas de la redistribución de la riqueza. Entre los hombres de a píe, entre nosotros, se entiende que la riqueza no depende de las monedas, que la vida permite relacionar la toma de decisiones con el trabajo, y es que el alma requiere sonreír para vivir.

Para lo hombres de a píe, lo que importa es la posibilidad de trabajar, de transitar libres de tensiones y de la mano de su comunidad, de su gente querida. Este es un deseo que pone en riesgo los intereses de la muerte.