Este recorté de periódico lo
encontré a manera de separador y estaba de tal manera que parecía señalar el
siguiente párrafo: "Nada más fácil que recubrir con un barniz socialista
al ascetismo cristiano. ¿Acaso el cristianismo no se levantó también contra la
propiedad privada, el matrimonio y el Estado? ¿No predicó en su lugar la
caridad y la pobreza, el celibato y la mortificación de la carne, la vida
monástica y la iglesia? El socialismo cristiano no es más que el agua bendita
con que el clérigo consagra el despecho de la aristocracia." (Manifiesto
comunista).
Es como si la Catrina, lejos de
ser la señora finolis que dibujó Posadas, adquiriese una actitud rebelde y
rompiese con los candado que sujetan al cielo. Una catrina que se levanta y
sonríe por que la muerte nunca fue más triste que la vida. Como si la muerte
desde el inframundo le estuviera tirando a las cadenas y amarras de un campo
santo lleno de una bondad falsa.
Entre baile y baile, la Catrina y
otras muertes, vienen a ocupar un lugar especial en la concepción del “orden”,
no sólo por que determina el fin de la vida sino que, por el contrario, puede
suponer la continuación de la misma. Uno debe portarse bien en vida para poder
escalar los peldaños de una sociedad de castas; para acceder al cielo; para
continuar la vida en el inframundo o, simplemente, para descansar en paz. No es
un orden que tan sólo organice la vida de los humanos sino que especialmente
organiza la vida de los seres humanos, es decir, no sólo dota de los referentes
que orientan la vida de las personas, sino que son aquellos componentes que dan
sentido a la existencia de la humanidad y, entonces, la manera en que se
organiza la sociedad.
2.-
Descendí de la banqueta para acercarme al otro lado, no logré
mirarlo con fineza, sólo de pronto lo sentí como un fantasma que se acerca
hasta montarse en mi cuerpo. El golpe fue seco, como una ventisca que me
acomodaba las vértebras a la figura del auto y abalanzaba mi cuerpo hacia el
semáforo verde. Esto nunca pasó.
3.-
En la página no-sé cuál del “Viaje al país de los
tarahumaras”, una foto del 15 de febrero de 1979, indicaba el sacrificio de un
toro y el baile de los tabachines. Explícitamente “Los danzantes de
<<matachines>> concurrieron a reunirse delante del toro y cuando
éste estuvo bien muerto iniciaron sus danzas de flores” Este parece ser una
transición en la que la muerte da paso a la vida, pero que además la vida
siempre se encamina hacia la muerte. Uno no es sin lo otro.
La vida, adquiere un lugar metafísico, algo que sostiene a
la divinidad y a la ciencia. Aquello que permitiría que en dos partes del
mundo, con dos visiones culturales distintas se puedan llegar a imágenes
idénticas entre sí. “Que se piense lo que se quiera de la asimilación que intento.
En todo caso, como Platón nunca vino a México y los indios tarahumaras jamás lo
vieron, precisa aceptar que la idea de este rito sagrado les llegó de la misma
fuente fabulosa y prehistórica. Y esto es lo que he pretendido decir aquí.”